El quinto metatarsiano es un hueso del pie. En concreto, el que continúa del dedo meñique del pie, por la parte exterior.
En el mundo deportivo es muy común que se den fracturas de este hueso, sobre todo en deportes como el fútbol.
Tipos de fracturas
- Por avulsión
Antes de producirse fractura se produce una torcedura. A la vez, se mete el pie para dentro.
Suele confundirse este tipo de fractura con un esguince, ya que la parte ósea unida a los ligamentos o tendones ha sido arrastrada y arrancada.
- Fractura de Jones
Se debe a un sobreesfuerzo, tanto por golpes como por realizar determinadas actividades de forma repetitiva.
Los metatarsianos son huesos planos, que reciben poco aporte sanguíneo. En ellos, hay unas zonas a las que prácticamente no llegan vasos y es aquí donde se produce este tipo de fractura.
- Fractura en diáfisis media
El hueso se rompe por el medio, posterior a un golpe o torcedura.
- Fractura de cabeza o cuello del metatarsiano
Muy poco común.
¿A qué es debida?
Suelen producirse fracturas por accidentes que se acompañan de golpes fuertes, pero también pueden producirse debido a complicaciones de una lesión previa.
Lo normal es que se deba a que se apoya mal el pie, ya que puede ser que se pise mal por genética o porque se utilicen zapatillas inadecuadas para realizar deporte. Esto último es lo más común.
¿Cómo sé si me he roto el hueso?
En ocasiones se escucha un chasquido, acompañado de un dolor bastante agudo.
No tardaremos en observar la inflamación y hasta se puede producir un hematoma.
Aún así, el único diagnóstico válido para confirmar la fractura es la radiografía.
Tratamiento
Como hemos comentado en otras entradas (Fractura de peroné), se recurre antes al tratamiento conservador que al quirúrgico.
Como dice el tratamiento conservador, aplicaremos hielo en la zona dañada para favorecer que pase la inflamación. A mayores, es importante el reposo, evitar apoyar el pie y tenerlo en posición alta el mayor tiempo posible.
Si es necesario, se inmoviliza con yeso, obteniendo una escayola. Esto supone problemas, ya que puede aparecer atrofia muscular en caso de que la inmovilización tenga que ser duradera, rigidez de la articulación...
Para solucionar esto, existen plantillas rígidas que no permiten que se mueva la zona fracturada. Así, podemos apoyar el pie y empezar a andar poco a poco aunque el hueso aun no esté consolidado. Para hacer esto tenemos que esperar siempre a que pase el dolor.
Si es el segundo tipo de inmovilización por el que optamos, es necesario que sigamos aplicando hielo por lo menos los primeros días, así como iniciar sesiones de fisioterapia para que la zona se recupere lo mejor posible.
Una vez el hueso este consolidado de nuevo... ¡solo queda la rehabilitación!
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