¿Qué es esto?
La epicondilitis o "codo de tenista" es una lesión muy frecuente en la que se inflaman las inserciones musculares de la parte lateral externa del codo, tendones y ligamentos.
Suele ocurrirle a las personas que realizan algún deporte en el que se fuercen mucho y repetidamente los músculos del antebrazo, de forma que al sobrecargarse estos, provocan pequeños desgarros en los tendones. Los síntomas son claros: dolor en la zona al presionar, al flexionar la muñeca o al girarla.
Diferenciamos dos tipos de epicondilitis según la zona de afectación que estará directamente relacionada con el movimiento repetitivo de la causa. Así, tenemos:
-Epicondilitis lateral: se produce por movimientos flexores del antebrazo. Lo padecen sobretodo los tenistas "amateur" que no realizan bien el movimiento del revés.
Movimiento que causa epicondilitis lateral
-Epicondilitis medial: se produce por el giro de la muñeca. Lo padecen golfistas y nadadores de algunos estilos como espalda, pero también muchos profesionales desvinculados del deporte como pintores, albañiles... cualquier trabajo que incluya girar la muñeca, como al utilizar un destornillador.
Movimiento que causa epicondilitis medial
¿Cómo se trata?
Esta lesión no suele traer consigo grandes complicaciones si se trata bien. Si su gravedad es mínima se puede emplear un tratamiento no quirúrgico muy sencillo: aplicar hielo 2-3 veces al día durante dos semanas de reposo es suficiente para volver a moverlo con normalidad.
Lo primero que debemos hacer es detectar el motivo e intentar variarlo. Por ejemplo, en el caso de un tenista, disminuir el tamaño del mango de la raqueta suele funcionar.
Además, podemos realizarnos automasajes en el codo que resultan muy efectivos para el alivio del dolor. Si quieres ver como se hace, pincha aquí.
Siempre es altamente recomendable insistir mucho en el estiramiento y la realización de ejercicios de fortalecimiento del antebrazo, como en los ejemplos que siguen:
Ejercicio de estiramiento
Ejercicios de fortalecimiento de los antebrazos
La cirugía para esta lesión consiste en la liberación de una inserción ósea de los tendones, de forma que se disminuye la presión de los mismos y se evita así la inflamación.
¿Y si no funciona?
Si este tratamiento no es eficaz, nos queda el tratamiento quirúrgico. Esta intervención no es tan exitosa como otras y debe evitarse a menos que el tratamiento no quirúrgico no resulte efectivo, cuando pasados al menos 6 meses continúan los síntomas y el dolor.
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